Gana la caspa; adiós a Skolae

 

No puedo evitar sentir rabia al escribir estas palabras. Y es que, tras el asombroso paso que estábamos dando en las escuelas al incluir Skolae en el programa educativo, el supremo lo ha eliminado. Tenía muy claro que quería escribir sobre esto, pero está siendo realmente difícil, sobre todo teniendo en cuenta la gran cantidad de temas que trataba. Lo que leáis aquí es, pues, una reflexión basada en la experiencia que yo he tenido con Skolae, tanto de alumna en la formación como de docente al llevar al aula sus propuestas didácticas.

Recuerdo con mucho cariño la ponencia a la que asistí junto a mis colegas maestros en el Colegio de Médicos en el curso 2018-2019. La aportación de Marian Moreno fue, sin ningún lugar a dudas, la que más huella dejó en mí. Marian es profesora de Lengua Castellana en un instituto de Asturias, si mal no recuerdo, y os animo a que la sigáis porque además de ser una experta en coeducación, tiene una forma de explicar las cosas que hace que no puedas dejar de escucharla. Y aunque su área se centra principalmente en desmontar el sexismo y en la prevención de la violencia de género, he querido enfocarme en otro tema, que sospecho es el que ha levantado más ampollas.

Lo que muchos quizás se pregunten a estas alturas será "¿En qué consiste Skolae? ¿Por qué tanta polémica? ¿Es cierto que se tratan temas como el sexo desde edades tan tempranas (infantil)?". Puede parecer un tanto complejo, sobre todo si no se ha tenido contacto con el programa en sí, y si nos basamos en comentarios y titulares sensacionalistas como los que nos ha tocado leer en más de una ocasión. No os preocupéis, que yo os lo explico en un momento (de la mejor forma que sé).

Empecemos por lo que nos suscita más curiosidad, que es el sexo. Resulta que como seres humanos, la sexualidad forma parte de nuestras vidas. Y esto no quiere decir que un día, así, de repente, seas un prepuber pajillero más salido que el pico de una plancha. No, señoros, esto no funciona así. La sexualidad forma parte de nosotros desde que nacemos, y sigue siéndolo durante toda nuestra vida hasta que nos morimos. ¿Qué sucede? Que al mismo tiempo, por muy natural que sea, también es un tema tabú que incomoda a padres, madres y adultos en general cuando llega el momento de explicarles a los niños que rascarse la rajita o el pitilín delante de los demás es inapropiado. Así que lo evitamos hasta que les salen pelos, les baja la regla o empiezan a buscar su propia intimidad. Porque nos suenan las alarmas (¡MEE, MEE, MEE... PELIGRO, EMBARAZO!), así que no podemos seguir haciendo como si no se pusieran cachondos y pretendemos que en plena adolescencia tengan ganas de hablar de sexualidad con nosotros. Y lo que realmente tienen son ganas de morirse. Skolae permitía, entre otras muchas cosas, tratar el tema como lo que es, algo natural que experimentamos de manera distinta a medida que avanzamos en las diferentes etapas de nuestras vidas. Algo que sentimos de forma física en zonas localizadas en nuestro cuerpo, pero que también afecta a la manera en que nos vemos a nosotros mismos (identidad sexual y de género) y en cómo nos relacionamos con los demás. 

Así que sí, enhorabuena al supremo y a todos los anormales anti-progreso que han conseguido echar atrás una iniciativa que permitía tratar la sexualidad en el colegio desde edades tempranas. Una iniciativa avalada internacionalmente, que permitía a los alumnos desarrollar herramientas para detectar una situación de abuso y buscar ayuda. Porque no sé si lo sabéis, pero uno de cada cinco niños sufre de abusos sexuales dentro de su propio entorno familiar. Hay quienes dicen que la educación afectivo-sexual debe ser impartida en casa. Claro, no como la religión, que debe haber opción a ella en los colegios públicos, no vaya a ser que el hijo de una familia católica no aprenda lo suficiente sobre Jesucristo porque no le llevan a misa los domingos, y deba recuperar ese conocimiento en horario lectivo. No nos engañemos, si la gente supiese tratar estos temas en casa, si supieran enseñar a poner y respetar los límites (por favor, dejad de obligar a los niños a dar besos, gracias), no habría llegado el día en que un programa como Skolae fuese necesario. Pero es que lo es.

Francamente, desconozco si esta decisión es definitiva o si hay algún tipo de margen u opción para apelar. Lo que está claro es que corren tiempos oscuros para la educación progresista. Bueno, para la educación en general. 

















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